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Absceso cerebral

Es una acumulación de células inmunitarias, pus y otros materiales en el cerebro, generalmente a raíz de una infección bacteriana o micótica.

Causas, incidencia y factores de riesgo

Los abscesos cerebrales comúnmente ocurren cuando las bacterias u hongos infectan parte del cerebro y se presenta hinchazón e irritación (inflamación) en respuesta a esta infección. Las células cerebrales infectadas, los glóbulos blancos, al igual que las bacterias y hongos vivos y muertos se acumulan en un área del cerebro, formándose tejido alrededor de esta área y creando una masa.

Aunque esta respuesta inmunitaria puede proteger al cerebro aislando la infección, también puede hacer más mal que bien. El cerebro se hincha y, debido a que el cráneo no se puede expandir, la masa puede ejercer presión sobre el delicado tejido cerebral. El material infectado puede obstruir los vasos sanguíneos del cerebro.

Los gérmenes que causan un absceso cerebral por lo regular llegan al cerebro a través de la sangre. A menudo, no se encuentra la fuente de la infección; sin embargo, la más común es una infección pulmonar. Con menor frecuencia, la culpable es una infección del corazón. Los gérmenes también pueden viajar desde un área infectada cercana (por ejemplo, una infección en los oídos o abcesso de un diente) o introducirse en el cuerpo durante una lesión (como una herida por arma de fuego o con un cuchillo) o durante una cirugía.

En los niños con cardiopatía o un defecto congénito, como aquéllos con tetralogía de Fallot, las infecciones pueden alcanzar el cerebro desde los intestinos, los dientes u otras áreas corporales.

Los siguientes factores aumentan el riesgo de que se desarrolle un absceso cerebral:

  • Un sistema inmunitario debilitado (como en los pacientes con SIDA)
  • Enfermedad crónica, como el cáncer o el síndrome de Osler-Weber-Rendu
  • Fármacos que inhiben el sistema inmunitario (corticosteroides o quimioterapia)
  • Derivaciones cardíacas de derecha a izquierda, generalmente el resultado de cardiopatía congénita

Síntomas

Los síntomas se pueden desarrollar lentamente, en un período de dos semanas o se pueden desarrollar en forma repentina y pueden abarcar:

Signos y exámenes

Un examen del sistema nervioso y del cerebro (neurológico) generalmente revelará signos de aumento de la presión intracraneal y problemas con el funcionamiento del cerebro.

Los exámenes para diagnosticar un absceso cerebral pueden abarcar.

Generalmente se lleva a cabo una biopsia por punción para identificar la causa de la infección.

Tratamiento

Un absceso cerebral es una emergencia médica, dado que la presión intracraneal puede volverse tan alta que puede ser mortal. Se necesita hospitalización hasta que se logre la estabilización y algunas personas pueden requerir soporte vital.

Se recomienda el manejo con medicamentos, no con cirugía, si se presentan:

  • Abscesos severos (poco común)
  • Un absceso pequeño (menos de 2 cm)
  • Un absceso profundo dentro del cerebro
  • Un absceso acompañado de meningitis
  • Derivaciones en el cerebro para hidrocefalia (en algunos casos, es posible que sea necesario retirar la derivación o reemplazarla)
  • Infección por Toxoplasma gondii en una persona con VIH

Se prescribirán antibióticos. Los que se utilizan más comúnmente son los que funcionan contra muchas bacterias diferentes (antibióticos de amplio espectro). Le pueden recetar varios tipos diferentes de antibióticos con el fin de garantizar que el tratamiento funcione.

Los medicamentos antimicóticos también se pueden prescribir si existe la probabilidad de que la infección sea causada por un hongo.

Puede ser necesario el tratamiento inmediato si un absceso está lesionando el tejido cerebral al presionarlo o si hay un absceso grande con un alto grado de hinchazón a su alrededor que está aumentando la presión intracraneal.

Se requiere una cirugía si:

  • La presión intracraneal continúa o empeora
  • El absceso cerebral no disminuye después de tomar medicamentos
  • El absceso cerebral contiene gas (producido por algunos tipos de bacterias)
  • El absceso cerebral podría romperse (ruptura)

La cirugía consiste en abrir el cráneo, exponer el cerebro y drenar el absceso. Generalmente se realizan exámenes de laboratorio para analizar el líquido. Esto puede ayudar a identificar lo que está causando la infección, de tal suerte que se pueden prescribir antibióticos y antimicóticos más apropiados.

El procedimiento quirúrgico empleado depende del tamaño y profundidad del absceso. Se puede extirpar (extraer) todo el absceso si éste está cerca de la superficie y encapsulado en un saco.

Para abscesos profundos, se puede requerir una aspiración con aguja guiada por tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM). Durante este procedimiento, se pueden inyectar medicamentos directamente dentro de la masa.

Ciertos diuréticos y esteroides también se pueden utilizar para reducir el edema cerebral.

Expectativas (pronóstico)

Sin tratamiento, un absceso cerebral casi siempre es mortal. Con tratamiento, la tasa de mortalidad es aproximadamente del 10-30%, y cuanto antes se reciba, mucho mejor.

Algunos pacientes pueden presentar problemas neurológicos prolongados después de la cirugía.

Complicaciones

  • Daño cerebral
  • Meningitis grave y potencialmente mortal
  • Reaparición (recurrencia) de la infección
  • Convulsiones

Situaciones que requieren asistencia médica

Acuda a la sala de urgencias de un hospital o llame al número local de emergencias (como el 911 en los Estados Unidos) si tiene síntomas de un absceso cerebral.

Prevención

Se puede reducir el riesgo de desarrollar un absceso cerebral tratando cualquier trastorno que lo pueda causar. Hágase exámenes de control después del tratamiento de infecciones.

Algunas personas, incluyendo aquéllas con ciertos trastornos cardíacos, pueden recibir antibióticos antes de procedimientos dentales o urológicos para ayudar a reducir el riesgo.

Nombres alternativos

Absceso en el cerebro; Absceso en el SNC

Referencias

Nath A. Brain abscess and parameningeal infections. In: Goldman L, Ausiello D, eds. Cecil Medicine. 23rd ed. Philadelphia, Pa: Saunders Elsevier; 2007: chap 438.

Actualizado: 1/24/2012

Versión en inglés revisada por: A.D.A.M. Editorial Team: David Zieve, MD, MHA, and David R. Eltz. Previously reviewed by David C. Dugdale, III, MD, Professor of Medicine, Division of General Medicine, Department of Medicine, University of Washington School of Medicine; and Jatin M. Vyas, MD, PhD, Assistant Professor in Medicine, Harvard Medical School; Assistant in Medicine, Division of Infectious Disease, Department of Medicine, Massachusetts General Hospital (9/15/2010).

Traducción y localización realizada por: DrTango, Inc.

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