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Efectividad de la vacuna contra la influenza: Preguntas y respuestas para profesionales de la salud

¿Cómo medimos qué tan bien funcionan las vacunas contra la influenza?

Hay dos tipos de estudios que se utilizan para determinar cuán bien funcionan las vacunas contra la influenza. El primer tipo de estudio se denomina ensayo controlado aleatorio (ECA). En un ECA, los voluntarios son asignados al azar a cualquiera de los grupos, ya sea al grupo que recibe la vacuna o al que recibe el placebo (p. ej., una inyección de solución salina), y la eficacia de la vacuna se mide comparando la frecuencia de la influenza en los grupos que se vacunaron y los que no se vacunaron. Los ECA deben realizarse antes de que una nueva vacuna cuente con una licencia para el uso de rutina por parte de una autoridad nacional regulatoria, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en los Estados Unidos. El segundo tipo de estudio se conoce como estudio de observación. En los estudio de observación los participantes de dicho estudio deciden ellos mismos si vacunarse o no. En este tipo de estudio, la eficacia de la vacuna se mide comparando la frecuencia de la influenza en los grupos que se vacunaron y los que no se vacunaron, generalmente con ajustes para los factores (como la presencia de afecciones médicas crónicas) que pueden variar entre los grupos. (Ver más abajo para más detalles).

¿Qué es la 'efectividad de una vacuna'?

La efectividad de la vacuna es una medida de cómo funcionan las vacunas contra la influenza para proteger contra la enfermedad cuando se utilizan en circunstancias habituales en la comunidad y no específicamente en un ECA. La eficacia representa la reducción porcentual en la frecuencia de infecciones por influenza entre las personas vacunadas en comparación con la frecuencia entre los que no fueron vacunados, suponiendo que la vacuna es la causa de esta reducción. Estos estudios se llevan a cabo en ámbitos comunitarios y los investigadores no tienen control sobre aquellos que deciden vacunarse o no.

¿En qué se diferencian los estudios de efectividad de las vacunas de los estudios de eficacia de las vacunas?

La efectividad de la vacuna remite a los estudios sobre los efectos de la vacuna que se producen bajo condiciones controladas aleatorias, en las que los individuos son asignados a un grupo, ya sea al grupo de personas vacunadas o al otro grupo que no recibió la vacuna contra la influenza, pero en su lugar se les administró un placebo. El ECA es un estudio diseñado por los investigadores para minimizar los factores que podrían invalidar los resultados de un estudio. Por ejemplo, la distribución de vacunas es generalmente doble a ciegas, lo que significa que ni los voluntarios del estudio ni los investigadores saben si una determinada persona ha recibido la vacuna o un placebo. Esta metodología reduce la parcialidad que puede ocurrir si los investigadores o las personas que recibieron la intervención saben cuáles son voluntarios del estudio que recibieron la vacuna y a cuáles se les administró un placebo. La parcialidad es un error sistemático involuntario en la forma en que los investigadores seleccionan los participantes del estudio, miden los resultados o analizan los datos que pueden conducir a resultados inexactos.

¿Cuándo pueden realizarse los estudios de efectividad de la vacuna?

El enfoque más común que se utiliza actualmente para evaluar qué tan efectivas son las vacunas contra la influenza autorizadas es un estudio de observación o un estudio sobre la efectividad de la vacuna. Una vez que una vacuna contra la influenza ha sido autorizada por la FDA, las recomendaciones para su uso rutinario generalmente están a cargo del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) de los CDC. Por ejemplo, actualmente el ACIP recomienda la vacunación anual contra la influenza para todos los residentes estadounidenses mayores de 6 meses. Estas recomendaciones universales para el uso de las vacunas señalan como poco ético el hecho de realizar estudios sobre la eficacia (es decir, estudios aleatorios experimentales) con personas que recibieron la recomendación específica de vacunarse, especialmente porque asignar a las personas a un grupo placebo podría colocarlos en una situación de riesgo ante las graves complicaciones por la influenza.

¿Qué factores pueden afectar los resultados de los estudios de efectividad de la vacuna contra la influenza?

Los estudios sobre la efectividad están sujetos a diversas formas de parcialidad (véase más arriba la definición), más que los estudios sobre la eficacia. Por lo tanto, es importante que al evaluar los resultados del estudio de la efectividad de la vacuna contra la influenza los investigadores identifiquen las potenciales parcialidades e introduzcan métodos para minimizarlas. Existen por lo menos tres formas de parcialidad, que son especialmente importantes en la interpretación de los resultados de los estudios sobre la efectividad de la vacuna contra la influenza: parcialidad de confusión, parcialidad de selección y parcialidad de la información.

  • La parcialidad de confusión ocurre cuando el efecto de la vacuna sobre el riesgo del resultado de interés (por ej., infección por influenza confirmada mediante la prueba RT-PCR) es distorsionado por otros factores relacionados con la vacunación y la infección por influenza. Por ejemplo, la parcialidad de confusión pueden ocurrir si la mayoría de los casos de influenza de un estudio de control de casos presenta una condición médica crónica que los coloca en una situación de mayor riesgo de hospitalización por influenza, por lo que estos casos tendrán más probabilidades de recibir la vacuna que los casos que no presentan la infección. No tener en cuenta estas asociaciones para esta población de estudio implicará una estimación de la efectividad demasiado baja debido a las parcialidades de confusión causadas por los casos que tengan más condiciones médicas crónicas que controles.
  • La parcialidad de selección se refiere a los errores introducidos en un estudio debido a las diferencias entre personas inscritas en un estudio comparadas con personas que no están inscritas. Por ejemplo, las personas que están dispuestas a participar en estudios sobre la efectividad de la vacuna pueden solicitar cuidados de salud antes, hacer más ejercicios o llevar estilos de vida más saludables que quienes no participan en tales estudios. Como resultado de esta parcialidad, es posible que los participantes del estudio no representen a la población en general y que los resultados del estudio estén distorsionados para encontrar una mayor efectividad de la vacuna si la vacunación resultó ser más efectiva en esas personas. Es muy importante tener en cuenta "los comportamientos que solicitan cuidados de salud" en los estudios sobre la efectividad de la vacuna realizados entre los ancianos.
  • Finalmente, la parcialidad de la información se produce cuando existen diferencias en la calidad o la exactitud de la medición del estado de vacunación o la influenza en los grupos de personas que se comparan en un estudio. Por ejemplo, si los investigadores obtienen información sobre la vacunación contra los casos de influenza de los registros médicos pero usan entrevistas verbales para obtener esta información de casos que no presentan la enfermedad, esta diferencia en los procedimientos de recopilación de datos podría generar resultados parciales del estudio.

Los métodos utilizados para realizar estudios de observación sobre la efectividad de la vacuna deben revisarse cuidadosamente para ver si éstas y otras posibles formas de parcialidad han sido descritas y analizadas mediante el ajuste de los factores que difieren entre los grupos.

¿Qué resultados se miden en los estudios de efectividad de la vacuna contra la influenza?

La interpretación de los estudios de la efectividad de la vacuna depende de los resultados medidos en un estudio en particular. Estos resultados pueden incluir la prevención de influenza confirmada en laboratorio u hospitalización, la prevención enfermedades respiratorias agudas con atención médica (MAARI), la prevención enfermedades similares a la influenza (o ILI, definidas como enfermedades que cursan con fiebre y tos o dolor de garganta) y la prevención de los casos de neumonía que requieren hospitalización. En general, cuanto más específico sea el resultado utilizado (por ejemplo, influenza confirmada en laboratorio en comparación con una ILI) más precisa será la medición del efecto de la vacunación. Un estudio reciente sugiere que el uso de pruebas serológicas (pruebas de laboratorio que miden la cantidad de anticuerpos contra un virus particular en el cuerpo de una persona) para determinar si los participantes del estudio han sido o no infectados con el virus de la influenza pueden sobrestimar eficacia de la vacuna (Petrie et al, 2011). La razón de esto es que, después de vacunarse contra la influenza, el sistema inmunológico puede producir una importante cantidad de anticuerpos contra la influenza. Si esa misma persona contrae el virus de la influenza a pesar de estar vacunada (es decir, un "fracaso de la vacuna"), es posible que no haya desarrollado una cantidad suficiente de anticuerpos adicionales para proporcionar un resultado positivo en una prueba serológica. El diagnóstico de la infección por influenza con pruebas serológicas requiere dos muestras de sangre: una de ellas tomada antes de la infección y la segundo tomada después de la infección. La confirmación de la infección por influenza mediante pruebas serológicas requiere un incremento cuatro veces mayor en la cantidad de anticuerpos del suero posterior a la infección en comparación con el nivel del suero previo a la infección. Debido a que una infección por influenza no siempre produce un incremento cuatro veces mayor en la cantidad de anticuerpos en las personas vacunadas contra la influenza, los fracasos de las vacunas pueden no detectarse, aumentando así las estimaciones de eficacia de la vacuna. A pesar de esta posible parcialidad, los estudios que utilizan resultados confirmados por pruebas serológicas aún pueden proporcionar estimaciones válidas de la eficacia de la vacuna cuando se los considera con otros indicadores de enfermedades.

¿Qué resultados proporcionan las mejores estimaciones de la efectividad de la vacuna?

Los estudios que utilizan resultados más específicos, como los resultados de influenza confirmados en laboratorio (por ej., cultivos positivos o resultados positivos mediante la prueba de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR)), proporcionan las mejores y más específicas estimaciones del impacto de las vacunas contra la influenza en la prevención de esta enfermedad. En general, cuando se utilizan los resultados no confirmados en laboratorio (por ej., todas las hospitalizaciones por neumonía o enfermedades similares a la influenza, que incluyen otras enfermedades), las estimaciones sobre la efectividad de la vacuna son más bajas. Por ejemplo, un estudio de Bridges et al. (2000) entre adultos sanos reveló que la vacuna inactiva contra la influenza registró un 86% de efectividad contra la influenza confirmada en laboratorio, pero sólo un 10% de efectividad contra todas las enfermedades respiratorias en la misma población y temporada.

¿Cómo puede interpretarse la efectividad de la vacuna contra los resultados no confirmados en laboratorio?

La interpretación de la efectividad de la vacuna a partir de los resultados no confirmados en laboratorio menos específicos se ve influenciada por la proporción del resultado utilizado que fue provocado en realidad por las infecciones por el virus de la influenza en comparación con otros agentes patógenos. Uno de los resultados no confirmados en laboratorio que se utiliza normalmente son las enfermedades similares a la influenza (ILI). La proporción de ILI causadas por los virus de la influenza varía según el año e incluso varía dentro de un año específico en el transcurso del invierno. Por ejemplo, en los resultados de un estudio teórico representado gráficamente a continuación, la vacuna registró una efectividad del 75% contra la influenza confirmada en laboratorio, pero sólo registró una efectividad del 30% contra las ILI cuando la influenza provocó un 40% de ILI en personas no vacunadas (Figura). Sin embargo, el porcentaje estimado de efectividad de la vacuna contra la influenza sería sólo un 15%, si los virus de la influenza fueran los responsables de sólo el 20% de ILI en un punto determinado durante el invierno. Esta relación es importante porque el porcentaje de ILI provocadas por la influenza varía mucho con el paso del tiempo y la geografía.

Figura: Efecto de enfermedades que no son influenza y efectividad de vacuna contra influenza.

Cuadro: ejemplo teórico de los CDC que muestra la relación entre los cálculos de eficacia de la vacuna y la proporción de todas las ILI (enfermedades similares a la influenza) causadas por la influenza versus otros agentes patógenos.

¿Por qué las estimaciones sobre la efectividad de la vacuna contra la influenza varían ampliamente?

Las estimaciones de la efectividad de la vacuna contra la influenza se ven afectadas por diversos factores, entre ellos las parcialidades del estudio específico indicado anteriormente, la coincidencia entre las cepas de la vacuna contra la influenza y las cepas en circulación, los factores relacionados con el organismo huésped y el tamaño de la muestra de un estudio específico. Como se señaló anteriormente, la especificidad de los resultados medidos en un estudio tiene una importante influencia sobre la efectividad observada. A medida que se recopilan más datos mediante estudios anuales realizados a nivel mundial que calculan la efectividad de los casos de influenza confirmados por pruebas RT-PCR, se espera que nuestras estimaciones sean más precisas. Sin embargo, la efectividad de la vacuna siempre variará en cada temporada, basándose en el grado de similitud entre los virus de la vacuna y los que se encuentran en circulación, así como otros factores. En los años cuando las cepas de la vacuna no coinciden totalmente con las cepas en circulación, la efectividad de la vacuna es generalmente menor. Además, los factores relacionados con el organismo huésped también afectan la efectividad de la vacuna. En general, las vacunas contra la influenza son menos eficaces entre las personas con condiciones médicas crónicas y entre personas mayores de 65 años en comparación con los adultos jóvenes sanos y los niños mayores.

¿Cuán efectiva resulta la vacuna inactiva contra la influenza en ensayos controlados aleatorios?

Como se señaló anteriormente, la efectividad varía de acuerdo con la coincidencia de la vacuna, la edad y la función del sistema inmunológico del receptor. En general, los mayores beneficios de las vacunas contra la influenza han sido incluidos en los ensayos controlados aleatorios (ECA) realizados entre adultos sanos Por ejemplo, los recientes ECA de la vacuna inactiva contra la influenza entre los adultos menores de 65 años han estimado una efectividad del 50-70% de la vacuna durante las temporadas en que los componentes de las vacunas contra la influenza A coincidían con los virus de la influenza A en circulación (Beran et al., 2009, temporada 2006-2007; Jackson et al., 2010, temporada 2005-2006 ; Monto et al., 2009, temporada 2007-2008). Como la eficacia de la vacuna a partir de un ensayo clínico aleatorio es el estándar de oro para saber que tan efectiva es una vacuna, las estimaciones de la efectividad de la vacuna obtenidas a partir de los estudios de observación pueden ser iguales, pero no excederán, las estimaciones de la eficacia. Muchos de los factores que pueden ocasionar importantes imparcialidades en los estudios sobre la efectividad tienden a disminuir el efecto de la vacuna.

¿Cuán efectivas son las vacunas contra la influenza durante las temporadas en las que las cepas de la vacuna no coinciden con los virus de influenza en circulación?

Cuando las cepas de la vacuna no coinciden totalmente con los virus de la influenza en circulación, los beneficios de la vacunación pueden reducirse. Por ejemplo, la eficacia de la vacuna inactiva contra la influenza contra casos de influenza confirmados en laboratorio fue del 60% entre personas sanas y del 48% entre aquellas personas con alto riesgo de sufrir afecciones médicas en un estudio de control de casos entre personas de 50-64 años durante la temporada de influenza 2003-2004, cuando la coincidencia entre las cepas de la vacuna y los virus en circulación no era óptima (Herrera et al., 2007). Sin embargo, en un año cuando existía poca coincidencia entre la vacuna contra la influenza y los virus de la influenza en circulación predominantes, los investigadores no pudieron medir el efecto de la vacunación contra los componentes de la vacuna (Bridges et al., 2000). No es posible predecir qué grado de coincidencia existirá entre la vacuna y las cepas en circulación durante la temporada de influenza, y cómo esto puede afectar a la efectividad de la vacuna.

¿Cuán útil efectiva es la vacuna contra la influenza en personas con afecciones médicas crónicas de alto riesgo?

La presencia de afecciones médicas crónicas también puede afectar la efectividad de las vacunas contra la influenza. Por ejemplo, en un estudio de observación de personas de 50-64 años, la vacuna registró una efectividad del 60% en la prevención de casos de influenza confirmados por el laboratorio entre adultos sanos de 50-64 años, pero sólo registró una efectividad del 48% entre las personas que padecieron afecciones médicas de alto riesgo (Herrera et al., 2006). En general, los promedios de eficacia y efectividad de la vacuna entre personas con afecciones de alto riesgo son un tanto más bajos que en las personas de edades similares sin afecciones de alto riesgo. Sin embargo, como el riesgo de complicaciones relacionadas con la influenza en este grupo es mucho más alto, la vacunación brinda beneficios importantes.

Adultos de 65 años o mayores

Sólo se llevó a cabo un ensayo controlado aleatorio de la vacuna contra la influenza en ancianos. Durante la temporada de influenza 1991-1992, se estudió a un grupo de holandeses de más de 60 años de edad que no viven en centros de cuidados a largo plazo (p. ej., asilos de ancianos) (Govaert et al., 1994). En este estudio, la eficacia de la vacuna fue del 58% en la prevención de la influenza clínicamente definida con la confirmación serológica de una infección. No hay estudios publicados sobre la eficacia o efectividad de las vacunas contra la influenza en cuanto a la prevención de graves resultados de casos de influenza confirmados en el laboratorio, como la hospitalización, principalmente porque el estudio sería de gran magnitud, y por consiguiente, realizar dicho estudio es muy costoso. Los estudios de observación publicados que se realizaron en personas mayores de 65 años que no viven en centros de cuidados a largo plazo han utilizado resultados no específicos, como hospitalizaciones por neumonía o muertes de toda índole. Puede que estos estudios estén sujetos a importantes puntos confusos y parcialidad en la selección, y ellos usan los resultados en los cuales el porcentaje de enfermedades asociadas con el virus de la influenza varía según la temporada (como otros virus respiratorios que circulan de manera simultánea). Como consecuencia, resulta difícil interpretar los resultados de estos estudios.

Adultos de 65 años o mayores en centros de cuidados a largo plazo

Todos los residentes de centros de cuidados a largo plazo (p. ej., asilos de ancianos) deben vacunarse contra la influenza cada año, ya que los brotes de influenza pueden ser abruptos y generar como consecuencia morbilidad y mortalidad entre los residentes de dichos centros. Hay pruebas que demuestran que la vacunación previene las enfermedades respiratorias durante los períodos de circulación de la influenza para los ancianos que residen en asilos. Por ejemplo, un estudio que se llevó a cabo durante la temporada de influenza 1991-1992 reveló que la vacunación estaba asociada con una reducción del 34% de casos de enfermedades respiratorias y una reducción del 55% en casos de neumonía durante las dos semanas del pico máximo de la actividad de la influenza (Monto, 2001). Además, un estudio llevado a cabo en los asilos de ancianos del Reino Unidos reveló que el hecho de que los trabajadores de la salud se hayan vacunado redujo los casos de muerte durante los períodos de la actividad de la influenza en una temporada con una considerable circulación de la influenza, pero no durante el año próximo, cuando la actividad de la influenza fue baja durante todo el invierno (Hayward, 2006).

Niños

En un estudio de cuatro años con control de placebo aleatorio de vacunas contra la influenza en fórmulas inactivas y atenuadas en virus vivos en niños de 1-15 años, se estimó que la eficacia de la vacuna fue del 77% contra el virus de la influenza A (H3N2) y del 91% contra la infección por el virus de la influenza A (H1N1) (Neuzil et al., 2001). Un estudio de dos años en niños de 6-24 meses reveló que la efectividad de la vacuna en la prevención de casos de influenza confirmados por el laboratorio fue del 66% en un año del estudio (Hoberman et al., 2003). Únicamente fueron incluidos en el análisis los niños que recibieron todas las vacunas (es decir, recibieron dos dosis si no estaban vacunados previamente o una dosis si estaban vacunados previamente) versus los niños no vacunados. Al año siguiente de este estudio, hubo pocos casos de influenza, lo cual dificultó la evaluación de la eficacia de la vacuna (Hoberman et al., 2003). Se recomienda que los niños menores de 9 años que no han sido vacunados previamente reciban dos dosis el primer año en que son vacunados. En los años subsiguientes, sólo necesitan una dosis. Esta recomendación se realizó debido a que muchos niños menores de 9 años no han contraído el virus de la influenza anteriormente y necesitan una dosis de refuerzo para generar una respuesta inmunológica de defensa.

¿Cuán eficaz es la vacuna contra la influenza atenuada en virus vivos (LAIV)?

Esta vacuna actualmente está autorizada sólo para las personas sanas, no embarazadas, de entre 2 y 49 años.

Niños sanos

Debido a que la vacuna contra la influenza atenuada en virus vivos (LAIV) (atomizador nasal) fue autorizada más recientemente que las vacunas inactivas, hay más datos disponibles sobre sus efectos de los ensayos aleatorios de gran magnitud. Por ejemplo, un ECA realizado en 1,602 niños sanos de 15 a 71 meses en principio evaluó la eficacia de la vacuna trivalente contra la influenza atenuada en virus vivos en casos de influenza confirmados en cultivo durante las dos temporadas (Belshe et al., 1998; 2000). En la temporada uno, cuando la vacuna y los virus en circulación no coincidían exactamente, la eficacia en la prevención de la enfermedad de la influenza confirmada en el laboratorio fue del 93% para los participantes que recibieron dos dosis de la vacuna LAIV. En la temporada dos, cuando el componente A (H3N2) no coincidía exactamente entre la vacuna y las cepas de virus en circulación, la eficacia general fue del 86%.

Adultos sanos

En un ensayo aleatorio de administración controlada de placebo sometido a una revisión por pares de forma anónima entre 4,561 adultos trabajadores sanos de 18 a 64 años de edad evaluó múltiples indicadores (p. ej., medición de resultados selectivos), incluyendo reducciones en enfermedades del tracto respiratorio auto-detectadas sin confirmación de laboratorio, ausentismo, consultas por atención médica, y uso de medicamentos de venta libre durante los períodos pico de brote de influenza total (Nichol et al., 1999). El estudio se realizó durante la temporada de influenza 1997-1998, cuando la vacuna contra la influenza y los virus A (H3N2) que circulan apenas coincidían. La vacunación se asoció a reducciones del 19% en enfermedades febriles graves y del 24% en enfermedades febriles del tracto respiratorio superior.

La vacunación también se asoció a menos días de enfermedad, menos días de trabajo perdidos, menos días con consultas a proveedores de cuidados de salud, y uso reducido de antibióticos recetados y medicamentos de venta libre. Entre un subgrupo de 3,637 adultos sanos de 18-49 años de edad, los que recibieron las vacuna LAIV (n = 2,411) presentaron un 26% menos episodios de enfermedad febril del tracto respiratorio superior; un 27% menos de días de trabajo perdidos como resultado de una enfermedad febril del tracto respiratorio superior; y un 18%-37% menos de días de consultas al proveedor de cuidados de salud ocasionadas por una enfermedad febril, en comparación con quienes recibieron el placebo (n = 1,226). Los días de uso de antibióticos se redujeron en un 41%-45% dentro de este subgrupo etario.

Un estudio aleatorio de administración controlada de placebo sometido a una revisión por pares de forma anónima que se llevó a cabo en 92 adultos sanos (LAIV, n = 29; placebo, n = 31; vacuna inactiva contra la influenza, n = 32) de 18-41 años de edad señaló una eficacia de la vacuna LAIV y de la vacuna inactiva (Treanor et al., 1999). La eficacia general de la vacuna LAIV y de la vacuna inactiva contra la influenza en la prevención de la influenza documentada en laboratorio de tres cepas combinadas de influenza fue del 85% y del 71%, respectivamente. Estos resultados fueron obtenidos después de que los participantes del estudio, los cuales eran susceptibles a los virus de la influenza en circulación antes de vacunarse, estuviesen experimentalmente expuestos a los virus. La diferencia entre las dos vacunas en cuanto a la eficacia no ha sido estadísticamente significativa.

¿Qué diferencia hay entre las vacunas atenuadas de virus vivos y las vacunas inactivas en cuanto a estudios de efectividad y eficacia se refiere?

Se han realizado pocos estudios que comparan directamente la vacuna contra la influenza atenuada en virus vivos (LAIV) y la vacuna inactiva trivalente contra la influenza (TIV), y los resultados parecen ser diferentes entre adultos y niños. Hay más datos disponibles para niños que para adultos. Los tres ECA realizados en niños que compararon las vacunas inactiva y atenuada en virus vivos demostraron que la vacuna atenuada en virus vivos ofrece una mejor protección que la vacuna inactiva. No obstante, ninguno de los estudios incluyó un grupo de placebo, de modo que no pudo ser evaluada una eficacia absoluta. Un estudio incluyó a 2,187 niños de 6-71 meses que padecían infecciones recurrentes en el tracto respiratorio (Ashkenazi et al. 2006) y señaló índices generales de influenza del 2.3% entre quienes recibieron la vacuna de virus vivos, y del 4.8% entre quienes recibieron la vacuna TIV, con una disminución del 52.7% en niños que recibieron la vacuna de virus vivos en comparación con aquellos que recibieron la vacuna inactiva. En un estudio aleatorio de 2,229 niños de 6-17 años con asma, un 4.1% de quienes recibieron la vacuna de virus vivos y un 6.2% de quienes recibieron la vacuna TIV desarrollaron influenza, con una relativa reducción del 34.7% (Fleming, et al. 2006). Finalmente, en 2004-2005 se realizó un ECA multinacional entre 8,352 niños de 6 a 59 meses (Belshe et al., 2007). Para la principal conclusión en este ensayo, la enfermedad similar a la influenza confirmada en cultivo, hubo un 45% menos de casos de influenza por cepas de influenza compatibles y un 58% menos por cepas diferentes entre quienes recibieron la vacuna de virus vivos vesus los que recibieron la vacuna inactiva.

A diferencia de los estudios descritos anteriormente que se realizaron con niños, un ECA que se realizó principalmente entre adultos sanos en edad universitaria se llevó a cabo durante tres temporadas de influenza con tres grupos asignados, incluyendo un grupo de placebo. En general, los resultados sugirieron que la vacuna inactiva puede ser más eficaz que la vacuna con virus vivos para este grupo etario. Por ejemplo, en la última temporada del estudio, la eficacia absoluta contra el virus de la influenza A fue del 72% para la vacuna inactiva y del 29% (no significativa) para la vacuna atenuada de virus vivos. Por consiguiente, la mejora relativa en la eficacia ofrecida por la vacuna inactiva fue del 60% (Monto et al., 2009).

Los estudios mencionados anteriormente, en conjunto, indican que los virus vivos y los virus inactivos de la influenza actúan de manera relativamente diferente en niños y adultos jóvenes.

¿Qué información se necesita para hacer evaluaciones sobre la eficacia de la vacuna?

Lo ideal sería que la efectividad de la vacuna contra la influenza se evaluara anualmente, usando una metodología y población consecuentes. El uso de un resultado confirmado en laboratorio para evaluar la efectividad de la vacuna es importante para brindar los resultados más específicos de los beneficios de la vacunación y limitar el impacto de la co-circulación de agentes patógenos respiratorios distintos de la influenza en las estimaciones de la efectividad de la vacuna. Debido a la recomendación actual para los Estados Unidos de que todas las personas de más de 6 meses de edad se vacunen cada temporada, lo ideal sería que las estimaciones de la efectividad se pudiesen hacer para niños, adultos y adultos mayores. Debido a que una proporción de adultos mayores tienen afecciones médicas crónicas y que la mayoría de las personas en este grupo etario pretende vacunarse, es difícil realizar e interpretar estudios sobre la efectividad de la vacuna contra la influenza en esta población. Los CDC actualmente llevan a cabo estudios anuales sobre la efectividad de la vacuna en personas de todos los grupos etarios a quienes se les recomienda vacunarse cada año (es decir, todos los que tienen 6 meses o más). Además, los CDC realizan estudios especiales destinados a dar respuesta a interrogantes más específicos, como calcular la efectividad de la vacuna inactiva en la prevención de casos de hospitalización por influenza confirmada por laboratorio entre los residentes de mayor edad de los Estados Unidos.

Referencias

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