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  • Revisión: 15 de noviembre de 2011

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Vacunas contra el cáncer

Puntos clave

  • Las vacunas contra el cáncer están diseñadas para reforzar la capacidad natural del cuerpo para defenderse a sí mismo, por medio del sistema inmunitario, de los peligros que presentan las células dañadas o anormales, como son las células cancerosas.
  • La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha aprobado dos tipos de vacunas profilácticas del cáncer: vacunas contra el virus de la hepatitis B, el cual puede causar cáncer de hígado, y vacunas contra los virus del papiloma humano tipos 16 y 18, los cuales son responsables de 70% de los casos de cáncer de cuello uterino o cérvix.
  • La FDA ha aprobado una vacuna para el tratamiento de cáncer en algunos hombres con cáncer de próstata metastático.
  • Los investigadores están creando vacunas de tratamiento contra muchos tipos de cáncer y las están probando en estudios clínicos.
  1. ¿Qué son las vacunas?

    Las vacunas son medicamentos que refuerzan la capacidad natural del sistema inmunitario para proteger el organismo contra “invasores foráneos”, principalmente gérmenes infecciosos, que pueden causar enfermedades.

    El sistema inmunitario es una red compleja de órganos, tejidos y células especializadas que trabajan en forma colectiva para defender el organismo. Cuando un microbio infeccioso invade el cuerpo, el sistema inmunitario lo reconoce como foráneo, lo destruye y “recuerda” para prevenir otra infección en caso de que el microbio invada el organismo otra vez en el futuro. Las vacunas se aprovechan de esta respuesta.

    Las vacunas tradicionales suelen contener versiones innocuas de microbios―microbios muertos o debilitados, o partes de microbios―que no causan enfermedad pero que son capaces de estimular una respuesta inmunitaria contra los microbios. Cuando el sistema inmunitario se enfrenta a estas sustancias por medio de las vacunas, él responde a ellas, las elimina del cuerpo y crea una memoria de ellas. Esta memoria inducida por la vacuna permite que el sistema inmunitario reaccione rápidamente para proteger el cuerpo si es infectado por el mismo microbio en el futuro.

    Por mucho tiempo se ha reconocido el papel que desempeña el sistema inmunitario en la defensa contra los microbios que causan enfermedades. Los científicos han descubierto también que el sistema inmunitario puede proteger el cuerpo contra las amenazas que representan ciertos tipos de células anormales, enfermas o dañadas, incluso las células cancerosas (1).

  2. ¿Cómo estimulan las vacunas el sistema inmunitario?

    Los glóbulos blancos, o leucocitos, desempeñan un papel principal en las respuestas inmunitarias. Estas células realizan muchas tareas necesarias para proteger el cuerpo contra los microbios y las células anormales que causan enfermedades.

    Algunos tipos de leucocitos rondan en la circulación y buscan invasores foráneos y células enfermas, dañadas o muertas. Estos glóbulos blancos proporcionan un nivel general, no específico, de protección inmunitaria.

    Otros tipos de leucocitos, conocidos como linfocitos, ofrecen protección dirigida contra amenazas específicas, tanto de un microbio específico como de una célula anormal o enferma. Las células B y las células T citotóxicas (asesinas de células) son los grupos más importantes de linfocitos responsables de llevar a cabo las respuestas inmunitarias contra dichas amenazas.

    Las células B producen anticuerpos; es decir, proteínas grandes secretadas que se adhieren a los invasores foráneos y a las células anormales, los hacen inactivos y ayudan a destruirlos. Muchas de las vacunas preventivas, incluso las vacunas contra el virus de la hepatitis B (VHB) y contra el virus del papiloma humano (VPH), estimulan la producción de anticuerpos que se adhieren a microbios específicos en los que se apuntan y bloquean su capacidad de causar infección. Las células T citotóxicas, también conocidas como células T asesinas, destruyen las células anormales o infectadas al emitir sustancias químicas tóxicas o al impulsar a esas células a que se destruyan ellas mismas (proceso que se conoce como apoptosis).

    Otros tipos de linfocitos y leucocitos tienen funciones de apoyo para asegurar que las células B y los linfocitos T citotóxicos desempeñan efectivamente su trabajo. Estas células de apoyo incluyen a las células T colaboradoras y las células dendríticas, las cuales ayudan a que se activen los linfocitos T citotóxicos y que reconozcan amenazas específicas.

    Las vacunas de tratamiento para el cáncer están diseñadas para que funcionen al activar las células B y los linfocitos T citotóxicos y al dirigirlos para que reconozcan y actúen contra tipos específicos de cáncer. Hacen esto al introducir en el cuerpo, casi siempre por inyección, una o varias moléculas llamadas antígenos. Un antígeno es una sustancia que estimula una respuesta inmunitaria específica. Un antígeno puede ser una proteína u otro tipo de molécula que se encuentra en la superficie o en el interior de una célula.

    Los microbios son reconocidos por el sistema inmunitario como amenazas potenciales que deben ser destruidas porque transportan antígenos foráneos o “extraños”. Al contrario, las células normales del cuerpo tienen antígenos que las identifican como partes del mismo individuo. Estos antígenos comunican al sistema inmunitario que las células normales no son una amenaza y que debe ignorarlas (2).

    Las células cancerosas pueden llevar en sí antígenos que las identifican como parte del individuo y, al mismo tiempo, antígenos asociados con el cáncer. Estos antígenos asociados con el cáncer marcan las células cancerosas como anormales, o foráneas, y pueden causar que las células B y los linfocitos T citotóxicos emprendan un ataque contra ellas.

    Las células cancerosas pueden también producir cantidades mucho más grandes de las que producen las células normales de ciertos antígenos que las identifican como parte del individuo. El sistema inmunitario puede ver abundancia de antígenos del mismo individuo como algo foráneo y, por lo tanto, puede desencadenar una respuesta inmunitaria contra las células cancerosas (16).

  3. ¿Qué son las vacunas contra el cáncer?

    Las vacunas contra el cáncer son medicamentos que pertenecen a una clase de sustancias conocidas como modificadores de la respuesta biológica. Los modificadores de la respuesta biológica trabajan al estimular o restaurar la capacidad del sistema inmunitario para combatir las infecciones y enfermedades. Hay dos tipos generales de vacunas contra el cáncer:

    • Vacunas preventivas (o profilácticas), cuya finalidad es impedir que se forme el cáncer en personas sanas; y

    • Vacunas de tratamiento (o terapéuticas), cuya finalidad es tratar los cánceres ya existentes al reforzar las defensas naturales del cuerpo contra el cáncer (7).

    Dos tipos de vacunas preventivas están disponibles en los Estados Unidos (vea la pregunta 5) y una vacuna para el tratamiento del cáncer ha sido puesta a disposición recientemente (vea la pregunta 8).

  4. ¿Cómo funcionan las vacunas profilácticas?

    Las vacunas profilácticas o preventivas se concentran en los gérmenes infecciosos que causan o que contribuyen a que se presente el cáncer (8). Son semejantes a las vacunas tradicionales que ayudan a prevenir enfermedades infecciosas como el sarampión o la polio al proteger el cuerpo contra las infecciones. Tanto las vacunas profilácticas para el cáncer como las vacunas tradicionales están basadas en los antígenos que llevan los gérmenes infecciosos y que el sistema inmunitario fácilmente reconoce como foráneos.

  5. ¿Qué vacunas profilácticas para el cáncer han sido aprobadas en los Estados Unidos?

    La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ha aprobado dos vacunas, Gardasil® y Cervarix®, que protegen contra la infección por dos tipos de virus del papiloma humano (VPH)—los tipos 16 y 18—que causan aproximadamente 70% de todos los casos de cáncer de cuello uterino (cervical o de cérvix) a nivel mundial. Al menos otros 17 tipos de virus del papiloma humano son responsables de 30% de los casos restantes de cáncer de cuello uterino (9). Los tipos 16 y 18 de VPH causan también algunos cánceres de vagina, vulva, ano, pene y orofaringe (10).

    Además, Gardasil protege contra la infección de otros dos tipos de VPH, 6 y 11, los cuales son responsables de casi 90% de todos los casos de verrugas genitales en hombres y mujeres pero no causan cáncer cervical.

    Gardasil, producido por Merck & Company, se basa en los antígenos de VPH que son proteínas. Estas proteínas se usan en el laboratorio para producir cuatro tipos distintos de “partículas similares a virus” (virus-like particles, VLP), que corresponden a los tipos de VPH 6, 11, 16 y 18. Los cuatro tipos de VLP se combinan para hacer la vacuna. Ya que Gardasil se dirige a cuatro tipos de VPH, se dice que es una vacuna “cuadrivalente” (11). Al contrario de las vacunas tradicionales, las cuales se producen ordinariamente con microbios enteros debilitados, las VLP no son infecciosas. Sin embargo, las VLP en Gardasil todavía pueden estimular la producción de anticuerpos contra los tipos 6, 11, 16 y 18 de VPH.

    Cervarix, producida por GlaxoSmithKline, es una vacuna bivalente. Está compuesta por VLP hechas con proteínas de los tipos 16 y 18 de los VPH. Además, hay algunas pruebas iniciales que Cervarix provee protección parcial contra unos cuantos tipos de VPH que pueden causar cáncer. Sin embargo, se necesitarán más estudios para comprender la magnitud y el impacto de este efecto.

    Gardasil ha sido aprobado para usarse en mujeres para la prevención del cáncer cervical, y algunos cánceres de vulva y de vagina, causado por los tipos 16 y 18 de los VPH; así como para usarse en hombres y mujeres para la prevención del cáncer de ano y tumores precancerosos de ano causados por estos tipos de VPH. Gardasil ha sido aprobado también para usarse en hombres y mujeres para la prevención de verrugas genitales causadas por los tipos 6 y 11 de los VPH. La vacuna ha sido aprobada para estos usos en hombres y mujeres de 9 a 26 años de edad. Cervarix ha sido aprobado para usarse en mujeres de 9 a 25 años de edad para la prevención de cáncer cervical causado por los tipos 16 y 18 de los VPH.

    La FDA ha aprobado también un tipo de vacuna preventiva que protege contra la infección por el virus de hepatitis B (VHB). Una infección crónica por VHB puede resultar en cáncer de hígado. La vacuna original contra el VHB fue aprobada en 1981, por lo que fue la primera vacuna preventiva producida y comercializada con éxito. En la actualidad, la mayoría de los niños en los Estados Unidos son vacunados contra el VHB un poco después de nacer (12).

  6. ¿Han sido asociados otros microbios con el cáncer?

    Muchos científicos creen que los microbios causan o contribuyen de 15% a 25% de todos los cánceres que se diagnostican en el mundo cada año; los porcentajes son más bajos en los países desarrollados que en los países en desarrollo (4, 8, 13).

    La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado varios microbios como carcinogénicos (que causan o contribuyen a que se presente el cáncer en las personas), incluso los VPH y el VHB (14). Estos gérmenes infecciosos, es decir bacterias, virus y parásitos, y los tipos de cáncer con los que están relacionados más estrechamente se encuentran en la tabla a continuación.

    Gérmenes infecciososTipo de organismoCáncer relacionado
    Virus de hepatitis B (VHB)VirusCarcinoma hepatocelular (tipo de cáncer de hígado)
    Virus de hepatitis C (VHC)VirusCarcinoma hepatocelular (tipo de cáncer de hígado)
    Tipos 16 y 18 de los virus del papiloma humano (VPH), así como otros tipos de VPHVirusCáncer de cuello uterino (cérvix); cáncer vaginal; cáncer vulvar; cáncer orofaríngeo (cánceres de la base de la lengua, de amígdalas o de garganta superior); cáncer de ano; cáncer de pene; carcinoma de células escamosas de la piel
    Virus de Epstein-Barr (VEB)VirusLinfoma de Burkitt; linfoma no Hodgkin; linfoma de Hodgkin; carcinoma nasofaríngeo (cáncer de la parte superior de la garganta detrás de la nariz)
    Virus del herpes asociado con el sarcoma de Kaposi (VHSK), también conocido como virus del herpes humano 8 (VHH8)VirusSarcoma de Kaposi
    Virus linfotrópico humano de células T tipo 1 (VLHT-1)VirusLeucemia o linfoma de células T en adultos
    Helicobacter pyloriBacteriaCáncer de estómago; linfoma gástrico de tejido linfoide asociado con la mucosa (MALT)
    Esquistosomas (Schistosoma hematobium)ParásitoCáncer de vejiga
    Trematodo hepático (Opisthorchis viverrini)ParásitoColangiocarcinoma (Un tipo de cáncer de hígado)

  7. ¿Cómo se diseñan las vacunas de tratamiento para que funcionen?

    Las vacunas de tratamiento de cáncer están diseñadas para tratar el cáncer que ya se ha presentado. Se trata de hacer que las vacunas retrasen o detengan el crecimiento de las células cancerosas; que reduzcan el tamaño del tumor; que impidan que regrese el cáncer; o que eliminen las células cancerosas que no se han destruido con otras formas de tratamiento.

    La producción de vacunas terapéuticas efectivas contra el cáncer requiere un profundo entendimiento de cómo interactúan las células del sistema inmunitario con las células cancerosas. El sistema inmunitario no suele “ver” las células cancerosas como células peligrosas o foráneas, como lo hace generalmente con los microbios. Por eso, el sistema inmunitario no arma un ataque agresivo contra las células cancerosas.

    Varios factores dificultan que el sistema inmunitario se apunte a cánceres que están creciendo para destruirlos. Lo más importante es que las células cancerosas ya llevan antígenos normales del individuo además de los antígenos específicos asociados con el cáncer. Además, las células cancerosas experimentan a veces cambios genéticos que pueden dar como resultado que pierdan los antígenos asociados con el cáncer. Por último, las células cancerosas pueden producir mensajes químicos que suprimen las respuestas inmunitarias contra el cáncer en los linfocitos T citotóxicos. Como consecuencia, aun cuando el sistema inmunitario reconozca un cáncer creciente como una amenaza, es posible que ese cáncer todavía se escape de un ataque agresivo por el sistema inmunitario (15).

    La producción de vacunas efectivas de tratamiento ha resultado mucho más difícil e intrigante que formular vacunas preventivas del cáncer (16). Para ser efectivas, las vacunas de tratamiento del cáncer deben lograr dos objetivos. Primero, como las vacunas tradicionales y las vacunas de prevención del cáncer, las vacunas de tratamiento del cáncer deben estimular respuestas inmunitarias específicas contra el blanco correcto. Segundo, las respuestas inmunitarias deben ser suficientemente poderosas para superar las barreras que las células cancerosas usan para protegerse del ataque de las células B y de las células T citotóxicas o asesinas.

    Avances recientes en el entendimiento de cómo las células cancerosas se escapan de ser reconocidas y atacadas por el sistema inmunitario proveen ahora a los investigadores los conocimientos requeridos para diseñar vacunas de tratamiento del cáncer que pueden lograr ambos objetivos (17, 18).

  8. ¿Ha aprobado la FDA algunas vacunas para el tratamiento del cáncer?

    En abril de 2010, la FDA aprobó la primera vacuna de tratamiento del cáncer. Esta vacuna, sipuleucel-T (Provenge®, producida por Dendreon), está aprobada para su uso en algunos hombres con cáncer metastático de próstata. Está diseñada para estimular una respuesta inmunitaria a la fosfatasa ácida prostática (prostatic acid phosphatase, PAP), un antígeno que se encuentra en la mayoría de las células cancerosas de próstata. En un estudio clínico, sipuleucel-T alargó la supervivencia de hombres con un cierto tipo de cáncer metastático de próstata en cerca de 4 meses (19).

    Al contrario de algunas otras vacunas de tratamiento del cáncer en proceso de formulación, sipuleucel-T se formula para cada paciente. La vacuna es creada mediante el aislamiento de células del sistema inmunitario llamadas células con indicios de antígeno (antigen-presenting cells, APC) de la sangre de un paciente por medio de un procedimiento llamado leucaféresis. Las células con indicios de antígeno se envían a Dendreon en donde se les hace cultivo con una proteína llamada PAP-GM-CSF. Esta proteína consiste de PAP unida a otra proteína llamada factor estimulante de colonias macrófagas granulocíticas (GM-CSF). Esta última proteína estimula el sistema inmunitario e intensifica los indicios de antígeno.

    Las células APC cultivadas con PAP-GM-CSF constituyen el componente activo de sipuleucel-T. Las células de cada paciente se regresan al médico que está tratando al paciente y se infunden en el paciente. Los pacientes reciben tres tratamientos, generalmente con intervalos de 2 semanas, y cada tanda de tratamiento requiere el mismo proceso de manufactura. Aunque no se conoce el mecanismo preciso de acción del sipuleucel-T, parece que las células APC que han absorbido PAP-GM-CSF estimulan las células T del sistema inmunitario para que destruyan células de tumor que expresan fosfatasa ácida prostática.

  9. ¿Qué tipos de vacunas están siendo investigadas en los estudios clínicos?

    En los estudios clínicos, se están investigando vacunas para prevenir la infección por los VPH y para tratar varios tipos de cáncer.

    La lista de abajo incluye los tipos de cáncer en los que se están concentrando los estudios clínicos activos de prevención o de tratamiento del cáncer que usan vacunas. También se pueden realizar búsquedas en inglés.

    Estudios clínicos activos sobre vacunas de tratamiento según tipo de cáncer:

    Estudios clínicos activos sobre vacunas profilácticas según tipo de cáncer:

  10. ¿Cómo se producen las vacunas contra el cáncer?

    Todas las vacunas profilácticas aprobadas hasta la fecha por la FDA se producen con el uso de antígenos que provienen de microbios que causan o contribuyen a la formación del cáncer. Estos incluyen los antígenos de VHB y de tipos específicos de los VPH (vea la pregunta 5). Estos antígenos son proteínas que ayudan a que se forme la superficie exterior de los virus. Ya que solo se usa parte de estos microbios, las vacunas resultantes no son infecciosas y, por lo tanto, no pueden causar la enfermedad.

    Los investigadores están creando también versiones sintéticas de los antígenos en el laboratorio para usarse en vacunas profilácticas de cáncer. Al hacer esto, suelen modificar la estructura química de los antígenos para estimular respuestas inmunitarias que son más fuertes que las causadas por los antígenos originales.

    De manera semejante, las vacunas de tratamiento se producen mediante el uso de antígenos de células cancerosas o de versiones modificadas de ellas. Los antígenos que se han usado hasta la fecha incluyen proteínas, carbohidratos (azúcar), glicoproteínas o glicopéptidos, que son combinaciones de carbohidratos y proteínas; y gangliósidos, que son combinaciones de carbohidratos y lípidos.

    Las vacunas de tratamiento del cáncer se están produciendo también mediante el uso de células cancerosas destruidas o debilitadas que contienen un antígeno específico asociado con el cáncer o células inmunitarias que se modifican para que expresen dicho antígeno. Estas células pueden provenir del paciente mismo (lo que se llama vacuna autóloga como lo es el sipuleucel-T) o de otra persona (lo que se llama vacuna alógena).

    Otros tipos de vacunas de tratamiento del cáncer se producen mediante el uso de moléculas de ácido desoxirribonucleico (ADN) o del ácido ribonucleico (ARN) que contienen instrucciones genéticas para los antígenos asociados con el cáncer. El ADN o el ARN pueden inyectarse solos en el paciente como una vacuna de “ácido nucleico desnudo” o los investigadores pueden insertar el ADN o ARN en un virus inocuo. Después de que se inyecte el ácido nucleico desnudo o el virus en el cuerpo, el ADN o el ARN es absorbido por las células que empiezan a producir los antígenos asociados con el tumor. Los investigadores esperan que las células produzcan una cantidad suficiente de antígenos asociados con el tumor para estimular una fuerte reacción inmunitaria.

    Los científicos han identificado un gran número de antígenos asociados con el cáncer, varios de los cuales se están usando ahora para producir vacunas experimentales de tratamiento del cáncer. Algunos de esos antígenos se encuentran en la superficie o dentro de muchos tipos de células cancerosas o de la mayoría. Otros antígenos son únicos a tipos específicos de cáncer (1, 5, 6, 1822)

  11. ¿Pueden los investigadores añadir ingredientes a las vacunas contra el cáncer para hacerlas que funcionen mejor?

    Los antígenos y las sustancias mencionadas en la pregunta 10 con frecuencia no son tan potentes como para inducir la reacción inmunitaria para crear vacunas efectivas de tratamiento del cáncer. Los investigadores suelen añadir otros ingredientes, conocidos como adyuvantes, a las vacunas de tratamiento. Estas sustancias refuerzan las reacciones inmunitarias que han sido activadas por la exposición a antígenos o de otras formas. Los pacientes que reciben tratamiento experimental con una vacuna contra el cáncer a veces reciben los adyuvantes separados de las vacunas (23).

    Los adyuvantes que se usan en las vacunas contra el cáncer proceden de muchas fuentes distintas. Algunos microbios, como la bacteria bacilo Calmette-Guérin (BCG), usada originalmente como vacuna contra la tuberculosis, pueden servir de adyuvantes (24). Las sustancias producidas por bacterias, como Detox B, se usan también con frecuencia. Los productos biológicos derivados de organismos no microbianos pueden también usarse como adyuvantes. Un ejemplo es la hemocianina de la lapa (KLH), la cual es una proteína grande producida por un animal marino. Se ha demostrado que al unir antígenos a la hemocianina de la lapa se aumenta su capacidad de estimular reacciones inmunitarias. Aun algunas sustancias no biológicas, como un aceite emulsificado conocido como montanide ISA-51, pueden usarse como adyuvantes.

    Las citocinas naturales o sintéticas pueden usarse también como adyuvantes. Las citocinas son sustancias producidas naturalmente por los glóbulos blancos para regular y perfeccionar las respuestas inmunitarias. Algunas citocinas aumentan la actividad de las células B y de los linfocitos T citotóxicos, mientras que otras citocinas suprimen la actividad de estas células. Las citocinas que se usan con frecuencia en las vacunas de tratamiento del cáncer o que se administran junto con ellas son la interleucina 2 (IL2, conocida también como aldesleucina), el interferón alfa (INF-a) y el factor estimulador de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF, también conocido como sargramostim) (vea la pregunta 8).

  12. ¿Tienen las vacunas contra el cáncer efectos secundarios?

    Las vacunas diseñadas para prevenir o para tratar el cáncer parecen tener propiedades de seguridad comparables a las de vacunas tradicionales (6). Sin embargo, los efectos secundarios de las vacunas para el cáncer pueden variar de una formulación de vacuna a la otra y de una persona a la otra.

    El efecto secundario causado por las vacunas contra el cáncer que se notifica con más frecuencia es la inflamación en el lugar de la inyección e incluye el enrojecimiento, dolor, inflamación, calor en la piel, comezón y a veces sarpullido.

    A veces se experimentan síntomas parecidos a los de la gripe después de recibir una vacuna contra el cáncer. Estos síntomas son fiebre, escalofríos, debilidad, mareos, náuseas o vómitos, dolor muscular, fatiga, dolor de cabeza y ocasionalmente problemas para respirar. La presión arterial puede también afectarse.

    Otros problemas de salud más graves se han reportado en números más pequeños de personas después de recibir una vacuna contra el cáncer. Es posible que estos problemas hayan sido causados por la vacuna o no. Los problemas reportados son asma, apendicitis, enfermedad inflamatoria de la pelvis y ciertas enfermedades autoinmunitarias como la artritis y el lupus eritematoso sistémico.

    Las vacunas, como cualquier otro medicamento que afecta el sistema inmunitario, pueden causar efectos negativos que pueden poner la vida en peligro. Por ejemplo, han ocurrido reacciones graves de hipersensibilidad (alérgicas) a ingredientes específicos de las vacunas después de la vacunación. Sin embargo, esas reacciones graves son poco comunes.

  13. ¿Pueden combinarse las vacunas de tratamiento de cáncer con otros tipos de terapia contra el cáncer?

    Sí. En muchos estudios clínicos con vacunas de tratamiento de cáncer que se están realizando ahora, las vacunas se administran con otras formas de terapia. Las terapias que se han combinado con las vacunas de tratamiento de cáncer son cirugía, quimioterapia, radioterapia y algunas formas de terapia dirigida, incluso las terapias que se administran con el fin de reforzar las reacciones inmunitarias contra el cáncer.

    Varios estudios han sugerido que las vacunas de tratamiento de cáncer pueden ser más efectivas cuando se dan en combinación con otras formas de terapia para el cáncer (21, 25). Además, en algunos estudios clínicos, las vacunas de tratamiento de cáncer han parecido que incrementan la efectividad de otras terapias contra el cáncer (21, 25).

    Pruebas adicionales sugieren que la extracción quirúrgica de masas grandes de tumores puede aumentar la efectividad de las vacunas de tratamiento del cáncer (25). En los pacientes con enfermedad extensa, el cáncer puede agobiar el sistema inmunitario. La extracción quirúrgica del tumor puede facilitar que el cuerpo presente una reacción inmunitaria efectiva.

    Los investigadores están también diseñando estudios clínicos que respondan preguntas tales como si una vacuna específica de tratamiento de cáncer funciona mejor cuando se administra antes de la quimioterapia, después de la quimioterapia o al mismo tiempo que la quimioterapia. Las respuestas a estas preguntas proporcionarán información no solo sobre la mejor forma de usar una vacuna específica contra el cáncer sino también indicarán principios básicos adicionales que guíen la formulación futura de tratamientos combinados que incluyan vacunas.

  14. ¿Qué otras investigaciones se están realizando?

    Aunque los investigadores han identificado muchos antígenos asociados con el cáncer, estas moléculas varían mucho en su capacidad de estimular una fuerte reacción inmunitaria contra el cáncer. La identificación de nuevos antígenos asociados con el cáncer que pueden resultar más efectivos en estimular las reacciones inmunitarias que los antígenos ya conocidos así como la creación de métodos para mejorar la capacidad de los antígenos asociados con el cáncer para estimular el sistema inmunitario son dos áreas importantes de investigación enfocadas en la creación de mejores vacunas de tratamiento del cáncer. También se están realizando investigaciones para determinar cómo combinar muchos antígenos dentro de una sola vacuna de tratamiento del cáncer para producir reacciones inmunitarias óptimas contra esta enfermedad (26).

    Quizá la ruta más prometedora de la investigación en vacunas contra el cáncer sea la de entender mejor la biología básica implícita en cómo interactúan las células del sistema inmunitario y las células cancerosas. Se están creando nuevas tecnologías como parte de este esfuerzo. Por ejemplo, un nuevo tipo de tecnología de imágenes permite que los investigadores observen la interacción entre linfocitos T citotóxicos y células cancerosas dentro del cuerpo (27).

    Los investigadores están tratando también de identificar los mecanismos por los que las células cancerosas evaden o suprimen las reacciones inmunitarias contra el cáncer. Un mejor entendimiento de cómo las células cancerosas manipulan el sistema inmunitario podría conducir a la creación de nuevos fármacos que bloquean estos procesos y, con eso, mejorar la efectividad de las vacunas de tratamiento de cáncer (28). Por ejemplo, algunas células cancerosas producen señales químicas que atraen glóbulos blancos conocidos como células T reguladoras, o Treg, al lugar del tumor. Las Treg liberan citocinas que suprimen la actividad de los linfocitos T citotóxicos cercanos (21, 29). La combinación de una vacuna de tratamiento para el cáncer con un fármaco que pudiera bloquear los efectos negativos de una o más de estas citocinas supresoras en los linfocitos T citotóxicos podría mejorar la efectividad de la vacuna al generar reacciones fuertes contra el tumor por parte de los linfocitos T citotóxicos.

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