Traducido del inglés: viernes, 11 de enero, 2013
Por Ivan Oransky
NUEVA YORK (Reuters Health) - Un análisis revela que los
médicos que confían en los estudios publicados en las
principales revistas científicas para decidir cómo tratar a una
mujer con cáncer mamario no estarían recibiendo la información
más precisa.
"Los investigadores quieren hacer que sus estudios parezcan
positivos", dijo el doctor Ian Tannock, autor principal del
estudio publicado en Annals of Oncology.
En dos tercios de los 164 estudios que revisó con su equipo,
aquello se traducía en no mencionar las toxicidades (efectos
adversos graves) de la quimioterapia, la radioterapia o la
cirugía en el resumen del contenido del estudio. Esos resúmenes
describen brevemente los resultados y no superan unos pocos
cientos de palabras.
Eso, para Tannock, del Hospital Princesa Margarita, Toronto,
es importante porque "la mayoría estamos tan ocupados que apenas
leemos el resumen y pasamos por alto las tablas y los gráficos".
De hecho, un quinto de los estudios no incluía las
toxicidades en las tablas de resultados y un tercio no los
mencionaba ni siquiera en el resumen y la discusión final.
Tannock señaló que lo más sorprendente fue que en un tercio
de los estudios, si el tratamiento no funcionaba como era de
esperar, los investigadores acomodaban los objetivos con
resultados que no correspondían con el diseño original del
estudio.
A menudo, esos resultados llamados "variables secundarias de
valoración", no serían tan relevantes y significativos. Por
ejemplo, existe diferencia entre mostrar una sobrevida más
prolongada que una sobrevida prolongada sin reaparición del
cáncer.
Pero la oncología no es la única área de la investigación en
la que esto ocurre.
En noviembre, un grupo de editores de revistas de
cardiología instó a los autores a cuidar el lenguaje al
describir los resultados. Y dos investigadores pediátricos
advirtieron en octubre sobre las exageraciones en los artículos
publicados en las revistas de la especialidad.
Los científicos "ganan más influencia con los estudios
positivos", dijo Tannock, que con su equipo analizó los informes
de los ensayos clínicos de última fase, como los que utiliza la
Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos
para decidir la aprobación de un fármaco.
Existe mucha presión sobre los científicos para que sus
resultados "luzcan mejor de lo que son", comentó Tannock,
incluida la industria farmacéutica, que a menudo financia los
ensayos clínicos. No obstante, en el nuevo estudio, quienes
financiaron un estudio no tenían relación alguna con la forma de
presentación de los resultados.
Los investigadores también exagerarían los resultados para
tener más posibilidades de publicar en las principales revistas
revisadas en este estudio. Aparecer allí aumenta la posibilidad
de acceder a un cargo, promociones y becas.
Una de las revistas analizadas, New England Journal of
Medicine, no quiso hacer comentarios con el argumento de que no
lo hace sobre otros estudios. Y Journal of Clinical Oncology no
envió su respuesta antes del cierre de esta nota.
Para Tannock, las revistas pueden insistir en que los
autores incluyan las toxicidades en los resúmenes. "Aun en 250
palabras, todos las pueden enumerar", sostuvo. Dijo también que
los oncólogos, la audiencia meta de estos artículos, "deben
aprender a ser más críticos con lo que leen".
FUENTE: Annals of Oncology, online 10 de enero del 2013.
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